Millones de criaturas espirituales caminan sobre la tierra invisibles, tanto cuando estamos despiertos como cuando dormimos ~ John Milton
CAPITULO IV
No estaba convencida de lo que estaba por hacer, pero le miré a la cara. – Bien – fue todo lo que logré decir. Gabriel era el que llegó a salvarme. Aún así, no estaba segura si esto era buena idea, pero era lo que mi instinto me dictaba.
CAPITULO IV
No estaba convencida de lo que estaba por hacer, pero le miré a la cara. – Bien – fue todo lo que logré decir. Gabriel era el que llegó a salvarme. Aún así, no estaba segura si esto era buena idea, pero era lo que mi instinto me dictaba.
Condujo por lo
menos 20 minutos sin decir nada, y a pesar de todo lo que tenía pensado decir
en un comienzo, yo tampoco fui capaz de abrir la boca ¿Por qué tenía que ser
siempre tan incómodo estar cerca de él? Para no parecer más nerviosa de lo que
estaba, puse mi completa atención en la carretera, intentando distinguir en la
oscuridad de la noche el camino por el que me llevaba pero incluso cuando me
forcé a visualizar mi alrededor el pensamiento de él a mi lado en silencio iba
y venía sin darme un minuto de tranquilidad – si quieres puedes poner la radio, vamos a
demorarnos por lo menos media hora más – dijo de repente.
- No lo creo, no
gracias – sonó más hostil de lo que quería pero sería incluso más incómodo si
hubiese música de fondo.
-¿Siempre tienes
que ser así de …. Antipática? – dijo sin apartar la vista de la carretera.
- ¿Antipática?... –
le miré fijamente, estoy segura que era una mirada asesina pero acaba de
sacarme de mis casillas - acabo de ser casi asesinada por un tipo más que
trastocado mental que por alguna retorcida razón me conectó contigo y pensó que
haciéndome daño aparecerías… y adivina qué, ¡apareciste!… cómo el maldito
superman, tú simplemente llegaste de la nada… ¿Cómo rayos lo hiciste? – hice
una pausa y tomé aire – No, no me respondas, creo que si lo medito con calma le
tengo más miedo a la respuesta que tengas que darme.
Parecía incómodo, pero
más que nada, furioso. Bueno me alegraba, yo también lo estaba.
- Bien, creo que
al final no puedo esperar para llegar al maldito lugar – dijo pasándose una
malo por el cabello, él realmente estaba exasperado.
Sin previo aviso dobló
y estacionó el auto. Salió y cerró la puerta violentamente tras de él, estaba
enojado, y no sabía que haría así que no hice ademán de salir tras él, de todas
formas no necesité hacerlo, cuándo se dio cuenta de que no lo seguía me abrió
la puerta y me sacó.
- Suéltame, puedo
salir por mi cuenta – grité y liberé su mano de mi brazo.
- Bien, ya que lo
mencionas, creí que también necesitabas al maldito superman para que te abriera
la puerta – su voz como el hielo.
- ¿Por qué tengo
que aguantarte? Se suponía que me dirías lo que ocurrió, no que me regañarías
como si tuviera 7 años Gabriel.
- ¡No tenía que
regañarte cuando tenías 7 años!
Su comentario
quedó flotando en el aire, como si de la nada, ahora estuviésemos en un terreno
delicado. Era tan claro que se le había escapado esa información, podía verlo
en su cara. Ahora era todo más confuso que en un comienzo y ya no tenía
seguridad hacia dónde iba a parar esta conversación.
- ¿Qué?... ¿Qué
acabas de decir?
- Yo… era una
forma de decir – dijo finalmente.
- ¡A la mierda! Si
no puedes hablarme con la verdad, estamos perdiendo el tiempo – grité empujando
mi dedo en su pecho - se suponía que me aclararías todo de una vez pero con
cada cosa que dices parece que escondieras más y más secretos acerca de ti o de
mi, o de cómo tú sabes de mi conmigo cuando yo nunca antes te había visto – mi
vista al frente, con ira. Luego di media vuelta y me preparé para volver al auto.
Fue entonces cuando lo escuché.
- ¡¿QUIERES SABER
LA VERDAD¡?, BIEN!! – Volvía a mirarlo a la cara - ¡SOY TU GUARDIÁN!, - una
pausa, mi cuerpo sin moverse - POR ESO YO SÉ DE TI PERO TU NO PUEDES
RECORDARME, PORQUE SIEMPRE HE ESTADO CONTIGO Y TE HE CUIDADO DESDE EL OTRO
LADO, ÉL TE DEJÓ A MI CARGO, ERES MI MISIÓN Y AHORA TODO SE ARRUINÓ… ¡¿PORQUÉ
TENÍAS QUE SEGUIRME?! ¡NOS ARRUINASTE SARA!
Lo escuché y
repetí sus palabras en mi cabeza un millón de veces en los segundos que demoró
en decirlas.
- ¿He…? – fue lo
único que logré articular. Por un momento pensé que me tomaba el pelo, pero no
era así, su mentón aún temblaba con lo que había soltado. - ¿Tu… a qué te
refieres con un guardián?
- Ángel… Ángel guardián
para ti, aún cuando técnicamente el concepto fue creado por humanos y está
equivocado ya que…- se detuvo- ¿No tienes nada que decir? ¿Entiendes lo que te
digo?
Ángel. ¿Entendía
bien?, él era un ángel… No, no era UN, era MI ángel guardián. ¿Me estaba
diciendo la verdad?, por lo menos lo creía, lo podía ver, nadie podría ser tan
buen actor, por lo menos no él. ¿Estaría loco quizá?, pero por otra parte
estaba su aparición de la nada, lo que había dicho el sujeto del buzo… todo parecía
tener más sentido con ese sinsentido. Aún así seguía siendo una locura y quizá
yo lo estaba aún más por creen en la posibilidad.
- ¿No me crees?...
- ¿Debería?...
- Es normal que
tengas tus dudas – miró al horizonte y suspiró en resignación - por eso pensé
en hacer esto – y como si fuera poco todo lo que estaba asimilando él extendió
un par de blancas alas de su espalda. Ellas simplemente… aparecieron de la
nada, como si siempre hubiesen estado allí y se elevaron por sobre su cabeza, yo
perdí el control sobre mis piernas y caí al piso.
Plumas comenzaron
a desprenderse de sus alas y cuando tocaban el suelo se volvían negras.
Bien, digamos que
lo había probado, el era un maldito ángel.
- ¿Asustada? Si
quieres correr, este es tu momento.
Increíble como
parezca no estaba asustada, por lo menos no como para huir, era la primera vez
que lo veía realmente, a la cara y de frente, y sin razón, no podía apartar la
vista. Era hermoso, quizá todos los ángeles lo eran, quizá él era especial.
Podía sentir como todo ahora parecía tener armonía: sus ojos café como el
chocolate, su pelo rubio y el contraste que creaba con el blanco y negro de sus
alas, sus manos grandes, la pequeña sonrisa de temor y satisfacción y esa
sensación de paz que me embriagaba al verlo, felicidad y paz.
Me dejé envolver
unos momentos por esa sensación.
Felicidad y paz.
No podía negarlo, él...él
era… arte.
- ¿Sara? – Al
escuchar mi nombre y verlo hacer desaparecer sus alas logré salir al fin de mi
trance y prestar atención a lo que me rodeaba.
- No, no estoy
asustada – dije mientras me paraba y sacudía mi ropa – sólo un poco molesta, ya
sabes, porque al parecer tengo una familia muerta y un ángel que se preocupa
que yo me mantenga feliz ¿Entiendes la paradoja?. Creo que alguien no ha estado
asiendo bien su trabajo – dije intentando hacerlo sonar casual, pero al final
igual había parecido acusatorio.
- Eso… no estaba
en mi poder, no estaba en el poder de nadie.
Mi comentario
había tornado la situación un poco más incómoda aunque no fuese lo que
intentara, me dolía aún lo de mis padres, pero en el fondo sabía que eran cosas
que nadie controlaba, ni siquiera alguien como él.
- Bien, creo que
has logrado explicar la mitad de esta situación, pero ahora déjame preguntarte
¿Cómo es que nuestra relación de, em…
ángel invisible -humano cambió a… esto?
- No lo sé
- ¿No lo sabes? -
¿Enserio?
- Yo… cuándo me
viste en el bar, casi salí corriendo, no entendía que pasaba.
- ¿Por eso me
trataste así de… mal?
- Y luego te
metiste en problemas y yo tuve que sacar tu trasero de ellos.
- Y luego me
abandonaste, cuando estaba borracha.
- Yo no…
- No importa,
enserio. Más bien, ¿Cómo no puedes saber cómo ocurrió esto? No puedes… ya
sabes… preguntarle a él, allá arriba – le dije apuntando hacia el cielo y con
la voz un poco más baja, por alguna razón de pronto me sentía muy observada.
- No es tan
sencillo. No estamos hablando de pedir una hora al médico o para hablar con el
jefe de tu oficina, él no nos atiende como a sus empleados, es más complicado
que eso.
- ¡Bien! ¿Y
entonces qué hacemos? ¿Quedarnos aquí atascados esperando que las cosas vuelvan
a la normalidad o mejor aún, que vivamos juntos en mi casa para hacernos
compañía.
- No dije que no
había una solución – escupió molesto.
Bien, yo también volvía
a estar molesta, su yo-no ángel era un chiquillo voluble y poco amistoso que le
gustaba pelearse conmigo, O quizá sólo estaba frustrada, habían sido muchas
cosas por una noche y necesitaba digerir todo, yo aún estaba en el periodo de
una no-real aceptación a esta nueva situación. Suspiré un tanto porque entendía
que este embrollo no se solucionaría por el momento y también porque no podía
seguir cargando mi odio, miedo y frustraciones hacia él. Mal que mal era quien
estaba aquí especialmente para ayudarme.
- ¿Cuál es esa
solución entonces? – dije más calmada.
- Debemos ir a
hablar con Marco, es un monje que vive en las montañas del sur de Escocia, él
sabe sobre estas situaciones
- Bien, sur de
Escocia… parece un largo viaje – dije sin ganas - ¿Podemos… volver al coche y dormir
por hoy? He tenido suficiente. – de pronto me sentía muy cansada.
Me miró un poco
aturdido, pero no dijo nada, sólo asintió – está bien, ha sido un día agotador
incluso para mi, vamos – la forma en que lo dijo había sido lo más gentil que
alguna vez le escuchara, me estiró la mano y me guió al auto.
- Así que… Ángel
Gabriel – solté de repente, había que admitir que era divertido.
- Sin comentarios.
Volvimos a la
carretera y yo me acomodé en el asiento para dormir un poco, sin embargo, antes
de hacerlo no pude evitar mirar su rostro por una vez más, él podía ser un
idiota y un malhumorado, pero ahora sin querer lo veía como alguien mucho más
cercano – es tu idiota y tu malhumorado
– pasó la idea por mi cabeza ¿De adonde había venido eso? No, no, no Sara. Si antes
lo miraste con otros ojos, eso quedó en el pasado. Él era un ángel, y tú eres a
quien él protege. Eso es lo que tienen. Esa es su relación en la historia.
- ¿Sara?... ¿Sara?
- ¿Mmmmh?...
- Vamos, debes
despertar…
Ella había estado
las cuatro horas que conduje hasta el aeropuerto durmiendo – y si lo preguntan,
sí, así de lejos quedaba de la ciudad - no quise molestarla, parecía que el
sueño que tenía la mantenía en paz, y eso era bueno, que ella pudiese tener un
momento de paz era bueno.
¿Cómo es que
habíamos llegado a esto? Ahora que mantenía mis pensamientos en orden, no podía
creer todo lo que había pasado, lo único que debía hacer era cuidar de ella, y
ahora, yo era la única razón por la que se encontraba en peligro.
- Soy un gran hijo
de…
- ¿Gabriel? –
escuché a Sara aún somnolienta. - ¿Dónde estamos? – su cabello enmarañado y los
ojos entrecerrados le daban un aspecto bastante indefenso, realmente me gustaba
como le quedaba…
Detente. Tan sólo detente justo ahí, gritó mi voz racional nuevamente. Esto me estaba pasando cada vez más seguido.
- ¿Ya despertaste
bella durmiente? – La miré por un momento - Bien, estamos a punto de llegar ya
que lo preguntas, será mejor que te despabiles, ni creas que voy a cargarte
hasta el avión
- No pedí que lo
hicieras – miró por la ventana del auto, de seguro pensando algo que yo no
alcanzaba a imaginar – eres como un viejo gruñón – respondió finalmente.
- Mmmm… así está
bien malcriada, comienza el día siendo amable conmigo, es lo que hará de este
viaje algo llevadero – dije mientras la miraba por el retrovisor, ella sonrió.
- Y entonces…
¿Cuánto dices que esto demorará?, ya sabes, tengo que avisarle a las chicas.
- Diles que serán
unos días, que estas solucionando asuntos personales, Becca entenderá.
- ¿Cómo sabes tu
…? Olvídalo, no quiero saber, simplemente no quiero – respondió tapándose los
oídos.
Su expresión me
causó mucha gracia, se veía como una niña pequeña y yo simplemente me reí un
momento. Ella entonces dejó de taparse los oídos y me miró fijamente.
- Dios… así que
ríes– dijo sorprendida, su expresión extraña - es grato de oír, deberías
hacerlo más.
- Todo el mundo
tiene sus momentos Sara, déjalo. – miré por la ventana, de repente me sentí avergonzado.
Subimos al primer
avión que encontré disponible, necesitábamos encontrar a Marco, era el único
monje que sabía podía ayudar a solucionar mi problema de “visibilidad” en estos
momentos, aunque no sabía nada más allá de él. Como todo hombre de las
montañas, era un misterio hasta su propia existencia y los datos de sus hazañas
eran guardadas con recelo entre los ángeles. El viaje fue largo, pero Sara se
las arregló para dormir la mayor parte de él, por mi parte, no pude dejar de
ver a la madre que cuidaba de su hijo dos asientos delante de nosotros, era
morena y bastante más pequeña que el promedio, pero se las arreglaba para
sostenerlo en el aire y jugar con él. El bebé sonreía encantado.
- ¿Te gustan los
niños?
Me giré y vi a
Sara recostada en el asiento, de lado, observándome. Sus ojos puestos en los
míos, esos grandes ojos inspeccionadores y poco amistosos, pero que sabía hace
tantos años que guardaban a una persona verdadera de corazón.
- Me gustan.
- Bueno, eres un
ángel, de todas formas no es como que puedas decir que no te gustan…
- No me gustan los
adolescentes – repliqué – son gritones y hormonales, no puedes controlar nada
en ellos.
- ¿Controlar, he? –
su mirada en mi.
- Controlar –
repliqué y la miré de vuelta, sostuve su mirada por unos momentos y entonces
ella desvió su atención a la ventana, como escondiendo su timidez.
Tan linda.
No. No. No. No. No.
- ¿Qué pasará
cuando hablemos con este hombre? ¿Lo solucionará y te irás? ¿Seguirás viéndome
o volverás arriba? - dijo de pronto, con un tono algo preocupado.
- No lo sé. ¿Qué
crees tú que pasará?
- No lo sé, pero
no me gustaría que fueras sancionado por mi culpa, - dejo de hablar un momento - ¿Puedo hacerte una pregunta? - dijo algo cautelosa, expectante de lo que pudiese decirle.
- Bien.
- Mmmm... - parecía analizar la pregunta - ¿Cómo... es ser… así?
- ¿Así? – Volvía a
hacerme sonreír - ¿Así de guapo dices? ¿Así de sensual y divertido?, no lo sé Sara,
no es cómo te pintan en la tierra que es la vida de los seres sobrenaturales, la
mayoría de ángeles son muertos, es decir, tuvieron una vida humana antes, luego
murieron y fueron seleccionados por sus méritos. Yo no. Yo fui llamado a servir
desde el momento de mi existir, en lugar de ir al otro lado o de nacer en la
tierra. Desde que lo recuerdo has sido mi asignada, y esto simplemente las sé,
nadie me las contó y nadie me instruyó sobre cuál era mi “nuevo trabajo”, es
como respirar, como pensar. No eres consciente de que lo controlas, solo lo
haces.
- ¿Siempre has
sido mi guardián?, ¿Toda mi vida?
- Toda tu vida he
sido tu guardián y siempre seré tu guardián… – dije detenidamente y noté lo
posesivo que sonaba mi comentario – si él así lo quiere.
- Bien, entonces
puedo confiar ciegamente en ti – dijo con una sonrisa en su cara.
- Pensé que ya lo
hacías.
- Pero ahora lo haré
con una buena actitud, porque fuiste sincero, me portaré bien.
- Siempre lo haces…-mi
mano instintivamente tocó su mejilla y ella dio un pequeño salto de sorpresa, yo aún no entendía bien lo que hacía – cuando eras pequeña siempre cuidabas de tu hermano y aún más cuándo enfermó - mis palabras fluían por si solas, no podía controlarlas y comencé a acercarme, nuestros rostros cada vez más cerca, yo comenzaba a susurrar - luego lo de tus padres, eso fue muy duro para ti, llorabas...tanto. Siempre me preguntaba si alguna vez volverías a quedarte dormida sin lágrimas en los ojos - mientras lo decía encontré mis ojos en los de ella y pude reflejar mi propio deseo en ellos. No. No No, esto esta mal. Pero lo quieres ¿Qué demonios quería hacer?.
Sorpresa, sorpresa.
Lo que pasó es que ya les conté mi intensa frustración por lo extenso que resultó ser este "relato corto", del cual soy 100% culpable.
Mientras escribía comenzaron a surgir ideas, de esas ideas situaciones y de esas situaciones cambios en la historia original. Ahora Gabriel y Sara están en una posición que merece un desenlace decente, y para eso necesito que me regalen unas cuantas lineas más.
Este es el fin, pero de la primera parte. La segunda parte ya comencé a escribirla y espero publicarla en 2 semanas, por una cuestión de orden. ¿Qué les parece esta decisión que tomé?
Tengo que leerlo :D perdón por la ausencia !! Mas tarde me paso, beso. :3
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