Millones de criaturas espirituales caminan sobre la tierra invisibles, tanto cuando estamos despiertos como cuando dormimos ~ John Milton
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CAPITULO III
No estaba
convencida de lo que estaba por hacer, pero le miré a la cara. – Bien – fue
todo lo que logré decir. Gabriel era el que llegó a salvarme. Aún así, no
estaba segura si esto era buena idea, pero era lo que mi instinto me dictaba.
Condujo por lo
menos 20 minutos sin decir nada, y a pesar de todo lo que tenía pensado decir
en un comienzo, yo tampoco fui capaz de abrir la boca ¿Por qué tenía que ser
siempre tan incómodo estar cerca de él? Para no parecer más nerviosa de lo que
estaba, puse mi completa atención en la carretera, intentando distinguir en la
oscuridad de la noche el camino por el que me llevaba pero incluso cuando me
forcé a visualizar mi alrededor el pensamiento de él a mi lado en silencio iba
y venía sin darme un minuto de tranquilidad – si quieres puedes poner la radio, vamos a
demorarnos por lo menos media hora más – dijo de repente.
- No lo creo, no
gracias – sonó más hostil de lo que quería pero sería incluso más incómodo si
hubiese música de fondo.
-¿Siempre tienes
que ser así de …. Antipática? – dijo sin apartar la vista de la carretera.
- ¿Antipática?... –
le miré fijamente, estoy segura que era una mirada asesina pero acaba de
sacarme de mis casillas - acabo de ser casi asesinada por un tipo más que
trastocado mental que por alguna retorcida razón me conectó contigo y pensó que
haciéndome daño aparecerías… y adivina qué, apareciste… cómo el maldito
superman, tu simplemente llegaste de la nada ¿Cómo rayos lo hiciste? – hice una
pausa y tomé aire – No, no me respondas, creo que si lo medito con calma le
tengo más miedo a la respuesta que tengas que darme.
Parecía incómodo,
quizá no estaba preparado para que le tirara todo eso encima, pero rayos, él
había comenzado, yo sólo me defendí. (¿Por qué ahora actuaba como una niña? - sin
comentarios.)
- Bien, creo que
al final no puedo esperar para llegar al maldito lugar – dijo pasándose una
malo por el cabello, él volvía a estar exasperado.
Sin previo aviso dobló
y estacionó el auto. Salió y cerró la puerta violentamente tras de él, estaba
enojado, pero no sabía bien la razón así que no hice ademán de salir tras él,
de todas formas no necesité hacerlo, cuándo se dio cuenta de que no lo seguía
me abrió la puerta y me sacó de él.
- Suéltame, puedo
salir por mi cuenta – grité y liberé su mano de mi brazo.
- Bien, ya que lo
mencionas, creí que también necesitabas al maldito superman para que te abriera
la puerta – su voz como el hielo.
- ¿Por qué tengo
que aguantarte? Se suponía que me dirías lo que ocurrió, no que me regañarías
como si tuviera 7 años Gabriel.
- ¡No tenía que
regañarte cuando tenías 7 años!
Su comentario
quedó flotando en el aire, era obvio que se le había escapado esa información.
Podía verlo en su cara. Ahora era todo más confuso que en un comienzo y ya no
tenía seguridad hacia dónde iba a parar esta conversación.
- ¿Qué?... ¿Qué
acabas de decir?
- Yo… era una
forma de decir – dijo con la mirada en el piso. Era pésimo mintiendo.
- ¡A la mierda! Si
no puedes hablarme con la verdad, estamos perdiendo el tiempo – grité empujando
mi dedo en su pecho - se suponía que me aclararías todo de una vez pero con
cada cosa que dices parece que escondieras más y más secretos acerca de ti o de
mi, o de cómo tú tienes una conexión conmigo cuando yo nunca antes te había
visto – mi vista al frente, con ira. Luego di media vuelta y me preparé para
volver al auto. Fue entonces cuando lo escuché.
- ¡SOY TU
GUARDIÁN!, POR ESO YO SÉ DE TI PERO TU NO PUEDES RECORDARME, PORQUE SIEMPRE HE
ESTADO CONTIGO Y TE HE CUIDADO DESDE EL OTRO LADO, ÉL TE DEJÓ A MI CARGO, ERES
MI MISIÓN Y AHORA TODO SE ARRUINÓ… ¡¿PORQUÉ TENÍAS QUE SEGUIRME?! ¡NOS
ARRUINASTE SARA!
Lo escuché y
repetí sus palabras en mi cabeza un millón de veces en los segundos que demoró
en decirlas.
- ¿He…? – fue lo
único que logré articular. Por un momento pensé que me tomaba el pelo, pero no
era así, su mentón aún temblaba con lo que había soltado. - ¿Tu… a qué te
refieres con un guardián?
- Ángel… Ángel guardián
para ti, aún cuando técnicamente el concepto fue creado por humanos y está
equivocado ya que…- se detuvo- ¿No tienes nada que decir? ¿Entiendes lo que te
digo?
Ángel. ¿Entendía
bien?, él era un ángel… No, no era UN, era MI ángel guardián. Él me estaba
diciendo la verdad, por lo menos lo creía, lo podía ver, nadie podría ser tan
buen actor, por lo menos no él. ¿Estaría loco quizá?, pero por otra parte
estaba su aparición de la nada, lo que había dicho el sujeto del buzo… todo parecía
tener más sentido con ese sinsentido. Aún así seguía siendo una locura y quizá
yo lo estaba aún más por creen en la posibilidad.
- ¿No me crees?...
- ¿Debería?...
- Es normal que
tengas tus dudas, por eso pensé en hacer esto – y como si fuera poco todo lo
que estaba asimilando él extendió un par de blancas alas de su espalda, ellas
simplemente aparecieron de la nada, como si siempre hubiesen estado allí y se
elevaron por sobre su cabeza, yo perdí el control sobre mis piernas y caí al
piso.
Plumas comenzaron
a desprenderse de sus alas y cuando tocaban el suelo se volvían negras.
Bien, digamos que
lo había probado, el era un maldito ángel.
- ¿Asustada? Si
quieres correr, este es tu momento.
Increíble como
parezca no estaba asustada, por lo menos no como para huir, era la primera vez
que lo veía realmente, a la cara y de frente, y sin razón no podía apartar la
vista. Era hermoso, no era sólo porque claramente era demasiado guapo y el
traje que traía le hacía ver aún mejor. Eran sus ojos café como el chocolate,
su pelo rubio que contrastaba con el blanco y negro que creaban sus alas, sus
manos grandes, la pequeña sonrisa de temor y satisfacción que le perseguían a
cada minuto y esa sensación de paz que me embriagaba al verlo, felicidad y paz,
él...él era… arte.
- ¿Sara? – Al
escuchar mi nombre y verlo hacer desaparecer sus alas logré salir al fin de mi
trance y prestar atención a lo que me rodeaba.
- No, no estoy
asustada – dije mientras me paraba y sacudía mi ropa – sólo un poco molesta, ya
sabes, porque al parecer tengo una familia muerta y un ángel que se preocupa
que yo me mantenga feliz ¿Entiendes la paradoja?. Creo que alguien no ha estado
asiendo bien su trabajo – dije intentando hacerlo sonar casual, pero al final
igual había parecido acusatorio.
- Eso… no estaba
en mi poder, no estaba en el poder de nadie.
Mi comentario
había tornado la situación un poco más incómoda aunque no fuese lo que
intentara, me dolía aún lo de mis padres, pero en el fondo sabía que eran cosas
que nadie controlaba, ni siquiera alguien como él.
- Bien, creo que
has logrado explicar la mitad de esta situación, pero ahora déjame preguntarte
¿Cómo es que nuestra relación de, em…
ángel invisible -humano cambió a… esto?
- No lo sé
- ¿No lo sabes? -
¿Enserio?
- Yo… cuándo me
viste en el bar, casi salí corriendo, no entendía que pasaba.
- ¿Por eso me
trataste así de… mal? Dios…
- Y luego te
metiste en problemas y yo tuve que sacar tu trasero de ellos.
- Y luego me
abandonaste, cuando estaba borracha.
- Yo no…
- No importa,
enserio. Más bien, ¿Cómo no puedes saber cómo ocurrió esto? No puedes… ya
sabes… preguntarle a él, allá arriba – le dije apuntando hacia el cielo y con
la voz un poco más baja, por alguna razón de pronto me sentía muy observada.
- No es tan
sencillo. No estamos hablando de pedir una hora al médico o para hablar con el
jefe de tu oficina, él no nos atiende como a sus empleados, es más complicado
que eso.
- ¡Bien! ¿Y
entonces qué hacemos? ¿Quedarnos aquí atascados esperando que las cosas vuelvan
a la normalidad o mejor aún, que vivamos juntos en mi casa para hacernos
compañía.
- No dije que no
había una solución – escupió molesto.
Bien, yo también volvía
a estar molesta, su yo-no ángel era un chiquillo voluble y poco amistoso que le
gustaba pelearse conmigo, O quizá sólo estaba frustrada, habían sido muchas
cosas por una noche y necesitaba digerir todo, yo aún estaba en el periodo de
una no-real aceptación a esta nueva situación. Suspiré un tanto porque entendía
que este embrollo no se solucionaría por el momento y también porque no podía
seguir cargando mi odio, miedo y frustraciones hacia él. Mal que mal era quien
estaba aquí especialmente para ayudarme.
- ¿Cuál es esa
solución entonces? – dije más calmada.
- Debemos ir a
hablar con Marco, es un monje que vive en las montañas del sur de Escocia, él
sabe sobre estas situaciones
- Bien, sur de
Escocia… parece un largo viaje – dije sin ganas - ¿Podemos… volver al coche e
ir a dormir por hoy? He tenido suficiente. – de pronto me sentía muy cansada.
Me miró un poco
aturdido, pero no dijo nada, sólo asintió – está bien, ha sido un día agotador
incluso para mi, vamos – la forma en que lo dijo había sido lo más gentil que
alguna vez le escuchara, me estiró la mano y me guió al auto.
- Así que… Ángel
Gabriel – solté de repente, había que admitir que era divertido.
- Sin comentarios.
Volvimos a la
carretera y yo me acomodé en el asiento para dormir un poco, sin embargo, antes
de hacerlo no pude evitar mirar su rostro por una vez más, él podía ser un
idiota y un malhumorado, pero ahora sin querer lo veía como alguien mucho más
cercano – es tu idiota y tu malhumorado
– pasó la idea por mi cabeza ¿De adonde había venido eso? No, no, no Sara. Si antes
lo miraste con otros ojos, eso quedó en el pasado. Él era un ángel, y tú eres a
quien él protege. Eso es lo que tienen. Esa es su relación en la historia.
PEQUEÑA NOTA DE LA AUTORA:
Lamento que este relato se haya alargado taanto, realmente no era mi intención, la idea es que no sean tan largos pero realmente se me fue de las manos, la última parte es la 4 y espero saber qué tal les pareció. Saludos!.
A mi me gusta y no quiero que termine, siempre quedo con la intriga de saber que va a pasar... Espero el proximo ! Bss.
ResponderEliminar@Hana Sakura ~ :(((((((( A mi también me gustaria escribir más, pero me estaría descuadrando y quisiera seguir un orden, por lo menos esta vez.
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