Millones de criaturas espirituales caminan sobre la tierra invisibles, tanto cuando estamos despiertos como cuando dormimos ~ John Milton
CAPITULO II
El sujeto
definitivamente estaba alterado, sin dejar de lado que su cara se veía
horriblemente borrosa… oh, un momento, ese quizá era el efecto del alcohol.
Sentía como si lo que él decía fuese importante, pero no podía concentrarme,
después de agotar mis cartuchos de adrenalina con lo que había pasado, ahora
sólo podía pensar en… dormir.
- Si…umh… yo soy…
una chica muy mala…pff... – oh, demonios ¿Esa había sido yo?, ¿acaba de decir
algo y luego reprimir una risa? El vodka definitivamente había llegado a mi
cerebro.
- Y encima estas
ebria. Maldición Sara, ¿Cuánto tiempo pretendes seguir con esto? Enserio… tú…-
y ahí estaba de nuevo, tan frustrado como el 99% de las veces que me había
dirigido la palabra.
Quise responder a eso, enserio quise, pero mis
labios no se movían, estaban totalmente entumecidos. Además si volvía a abrir
la boca, me reiría, ¿Cómo es que podía estar tan consciente de mi ebriedad y no
podía controlarla? Maldita lógica humana.
Pero no parecía buena idea seguir callada, al parecer el sujeto esperaba
una señal de mi parte, por la forma en que me miraba, él quería una respuesta.
Y entonces
ocurrió, ¿2 segundos? 5 como máximo me tomó desplomarme, logré sentir el peso
de mi cuerpo caer, pero no llegué a golpearme con el piso… antes que eso
ocurriera, ya me había sumergido en las tinieblas.
- Sara… Sara…
despierta…
Sentí la necesidad
de levantarme, de ver quién era el que me llamaba, pero mi cuerpo no respondía…
entonces volví a las tinieblas. Cuando finalmente fui capaz de abrir los ojos
me encontraba en mi cama.
- Como demonio…. -
sin ser capaz de articular una palabra más me llevé las manos a la cabeza:
MALDITA RESACA – AHH, maldición, todo da vueltas.
Me fui corriendo
al baño y antes que me diera cuenta, ya tenía todo el contenido de mi estómago saliendo
a recordarme lo mal que me había comportado la noche anterior.
- Wow, vaya,
chica, y yo pensaba que había tomado bastante – escuché desde atrás a Cindy mi
compañera de piso decir por lo bajo.
- Déjala, es mejor
que saque toda la mierda de su sistema, no lo necesita en su estómago de todas
formas – decía Becca como toda una veterana en el asunto.
- Ya cállense par
de grumpies, no me traten como el caso perdido del grupo, ninguna de las dos
puede hacerlo – dije algo bromeando, algo enserio.
- Bien, bien…
sólo, no entiendo cómo te las ingeniaste para llegar hasta acá por tu cuenta en
esas condiciones.
- ¿?... - ¿Había llegado por mi cuenta?... ¿En qué
momento había vuelto a casa?
Yo salí del bar,
yo perseguí a un sujeto toda la noche - o gran parte de ella – me atacaron, me
salvó, luego peleamos pero él volvió por mí….y luego…luego… ¿Qué pasó luego?.
- ¿Llegué sola? –
pregunté intentando parecer casual.
- ¿Te refieres a si
llegaste con un chico guapo y caliente? Pues no, no lo hiciste.
- ¡Está prohibido!
– gritó Becca mientras entraba en la cocina.
- Sí, sí, sí…como
sea, de todas formas no lo hiciste Sara ¿Por qué?
- Por nada, es
sólo que llegué con un par de compañeras a la fiesta de anoche, pensé que me
acompañarían.
Así que el canalla
me había abandonado, bueno, no necesité su ayuda para llegar a mi casa, no
necesitaba la ayuda de nadie de todas formas. Me levanté del inodoro - ya me
sentía un poco mejor - el vomito matutino pos-borrachera ayuda chicos, aunque
no me crean. Caminé hacia mi habitación y me vestí rápidamente para ir a la
universidad, no es que estuviese atrasada para una clase, no, no es como que
llegaría a clases. Escapaba de clases desde que aquello había ocurrido, yo iba
más bien al área silenciosa de la biblioteca, me gustaba sacar libros
desclasificados, la mayoría eran joyas literarias olvidadas y desplazadas por
escritores de moda, al leerlos y ordenarlos podía devolverlos al lugar donde
pertenecían.
- Sara, lleva algo
de comida si irás a leer, llegas muy tarde y me preocupa que no comas nada,
estas delgada – Era Becca, mi maternal Becca.
Becca era mi amiga
de la infancia. Cuando mis padres murieron logré deshacerme de todo el mundo,
incluido Peter, mi novio, pero ningún maldito insulto o desprecio que aventara
hacia ella logró ponerla fuera de mi vida. Yo la llamaba la perdonadora, porque
no importaba cuántas estupideces hiciera, ella simplemente me perdonaba. Por
cierto, su nombre es Rebecca Pears y ambas hemos ido a los mismos colegios
desde la niñez, nos conocimos y nos hicimos amigas inseparables, ha sido mi
compañera y ha estado para mí, es la persona más importante en mi vida, es la
única que me queda.
Ahora vamos a la
misma universidad, sólo que ella estudia arte y yo leyes, bueno, por lo menos
eso solía hacer. Cindy era la nueva compañera del piso, nos faltaba una después
que Ana se fuera de vuelta a su país y ella no pensó dos veces en venirse
conmigo, al parecer tenía problemas con su novio y no podía seguir viviendo con
él. Aunque no conozco mucho sobre ella, suele componer música para nosotras, es
su talento y lo utiliza de buena forma. Es una buena chica.
-¡Bieeeeeeen, lo
haré! – grité y luego de tomar un par de panecitos de la mesa salí corriendo
para llegar a tomar el bus de las 13.50, faltaban menos de 5 minutos y la
parada estaba a 3 cuadras.
Logré abordar a
tiempo y en 20 minutos me encontraba entrando a la biblioteca por el ala
principal del sector viejo. Nadie entraba por esta parte ya que era el ala de
los libros desclasificados.
- Sara, hola,
¿Cómo te encuentras? – la señora Mery, era la recepcionista y me tenía bastante
cariño, creo que también un poco de pena, al parecer pensaba que era una
especie de solitaria sin remedio.
- Buenos días Sra.
Mery, ¿Cómo ha ido el día? – dije cortésmente.
- Poco tránsito
Sara, como de costumbre. Raúl ah dejado una caja nueva para desempolvar en el
pasillo N.09382, quizá quieras ir a mirar.
- Excelente. Con
su permiso.
Caminé hasta el
pasillo que parecía tener las novedades y comencé a buscar algo que llamara mi
atención… B…Bodas, Bontana, Búsqueda de la vida… C…Casa Blanca… E… El extraño,
Elle la novia, El titán… - El extraño-. Me detuve. Había algo que me estaba
molestando. ¿Cómo es que ese idiota no me había acompañado a casa? Parecía
tener mucho que hablar conmigo, pero entonces, me abandona de la nada- déjalo
ya, Sara – repetía mi vocecilla de la cordura. Tomé el libro y me fui a sentar,
no importaba, realmente ese extraño no importaba.
El libro era
prometedor y me hundí tanto en la lectura que no supe decir cuándo el sujeto de
buzo y pelo largo había llegado a sentarse a mi lado. ¿Sería novato y se habría
perdido de sector? No tenía la pinta del novato. No tenía por qué prejuzgarlo,
pero él me pareció extraño, no me miraba directamente, pero sentía que debía
estar alerta con él. Era estúpido, el chico sólo leía –Sal de ahí Sara – la
vocecilla nuevamente. No era una
cobarde, decidí quedarme y no molestarlo, de todas formas no me estaba
molestando.
¿Han notado el
ambiente tenso que se genera cuando se está extremadamente consciente de lo que
ocurre a tu alrededor? Bueno, esa era yo justo ahora. No podía concentrarme en
el libro, yo sólo pensaba en el chico leyendo a mi lado. Quizá debí haberme
ido.
- Eso es cierto,
quizá debiste hacerlo – respondió el chico y sin que alcanzara a reaccionar me
había tomado por el cuello y arrastrado a la pared.
No podía respirar.
Mierda. Mierda. No tocaba el piso con los pies y si apretaba un poco más fuerte
rompería mi cuello ¿Cómo había pasado esto? ¿Por qué demonios no confié en mi
instinto? Tomé su mano intentando librarme de su agarre, pero era firme como
una roca.
- mmm…. Eres tan…
apetecible humana – dijo acercándose hasta tocar mis mejillas. En ese momento
pude verlo de cerca y temí. Su cara era extremadamente blanca, con grandes
círculos negros alrededor de sus ojos y labios azulados, él sonreía, era una
gran sonrisa. A mí me pareció aterradora, demoniaca.- No te preocupes, no voy a
matarte, sólo quiero que él aparezca- dicho aquello, me soltó y caí al piso
violentamente, tomando grandes bocanadas de aire y tosiendo ruidosamente.
- Por favor… -
¿Qué pensaba pedirle? No entendía nada de todas formas, no sabía qué quiso
decir con su última frase pero ahora sí tenía miedo. Tenía mucho miedo.
Cuando fui capaz
de mirarle nuevamente, el sujeto se acercó y comenzó a palmotear y acariciar mi
cabeza - Tranquila, Sara, él llegara y entonces todo irá bien para ti. – dijo y
sonrió. Tomó una de mis manos y miró mi palma – pero bueno… quizá no le
intereses tanto como yo pensaba… en ese caso, quizá… - y mientras lo decía
hundió su uña en mi palma hasta que comenzó a brotar sangre, ni siquiera me
quejé, no podía pensar en otra cosa que no fuese escapar.
Entonces miré a mi
alrededor, no vi a nadie cerca, parecía que de pronto, todos se habían ido y
sólo estábamos nosotros. Noté como todo parecía mucho más oscuro, la noche
había caído de pronto. Intenté buscar mi bolso, aún estaba en la mesa, si
quería alcanzar mi celular tendría que correr. Quizá si podía distraerlo por 2
segundos podría llamar a Becca.
Mi cabeza
funcionaba a la velocidad de la luz, con un par de miradas ya había logrado
establecer una estrategia.
El sujeto
lentamente corrió una silla y la acomodó a mi lado - No funcionará Sara, mira
para empezar… - no alcanzó a terminar la frase cuando su mirada se fijó en uno
de los pasillos, había visto algo.
- Mira a quién
tenemos aquí… el pequeño Gabriel al fin ah llegado ¿Cómo te ha tratado la vida?
– su tono era tan casual que pensé que se trataba de un segundo sujeto. No me
atreví a mirar, simplemente agaché mi cabeza. Mi estomago dio vueltas. Un
segundo sujeto era mi derrota, era imposible que luchara contra dos de
ellos.
- Déjala… - la voz
se escuchó molesta y… familiar - ¿Desde cuándo los asuntos de los mortales son
tu problema? – no cabía duda, yo conocía esa voz, alcé un poco la cabeza y pude
verlo. Era él.
Gabriel era… “él”.
El sujeto de anoche, era el que estábamos esperando. Se paró a poco más de 3
metros de nosotros, vestido con un traje completamente negro, similar al que
tenía la primera vez que lo vi, solo que esta vez su corbata era roja y su pelo
iba mucho mejor peinado. Tenía las manos en los bolsillos y me miraba. Su
mirada era tensa.
- Son mi problema
desde que son tu problema querido amigo – el sujeto se paró de la silla y
caminó hacia Gabriel – ah!, no me mires con esa cara, no me vas a decir que esa
criatura no es tu problema cuando acabas de llegar corriendo a rescatarla – ahí
estaba de nuevo su sonrisa irónica.
No entendía nada
de lo que pasaba ¿Lo entenderían ustedes? El sujeto del buzo esperaba que
Gabriel apareciera, y Gabriel resultó
ser el sujeto misterioso que perseguí, me salvo y posteriormente me abandonó
anoche. Por la cara de Gabriel ya no pensaba que fueran colegas, él estaba
molesto, realmente molesto. ¿De verdad venía a rescatarme? ¿Pero cómo demonios
supo que estaba acá?... ¿Cómo demonios lo supo?
- Sara, vete – fue
lo único que salió de su boca.
No lo dudé, ni
siquiera lo pensé. Él tenía razón. Tenía que irme. Intenté pararme, mis piernas
no respondían antes pero ahora tendrían que hacerlo. Hice el menor ruido
posible, quería salir de allí, no importaba qué, solo salir de ese lugar.
En un impulso casi
reflejo comencé a correr, corrí porque mi vida dependía de ello. No miré atrás,
pero escuché la risa ensordecedora del sujeto del buzo, hacía eco en mis oídos,
pero se alejaba, su risa se alejaba y llegué a pensar que me encontraría a
salvo.
Cuando atravesé la
puerta de salida respiré nuevamente. No sabía qué hora sería pero era de noche,
la luna estaba en lo más alto del cielo. Comencé a correr escalera abajo, corrí
hacia la parada de autobús. Sólo al llegar allí recordé que no tenía nada, mi
bolso aún seguía en la biblioteca. Aún así me senté en la banca y esperé que
llegara algún auto, tendría que rogar que me permitiera subir, pero me dejarían,
tenía que dejarme. Necesitaba irme a casa.
- No llores, no
llores, no llores. – me repetí una y otra vez, no serviría de nada que lo
hiciera. Intenté mirar a mí alrededor en busca de más personas, pero nada.
¿Cómo es que no había nadie?
Esperé lo que pareció
la espera más larga de la vida a que llegara el autobús. Podía ver como se
acercaba, ya casi estaba a mi lado. – ¡Sara! – escuché de pronto. Mi corazón
volvió a latir con fuerza. Llega rápido, Dios, sólo para y abre tus puertas. -
¡Sara! – volví a escuchar, esta vez más cerca. Me atreví a mirar, si debía
correr, lo haría, si debía gritar, lo haría.
Era Gabriel.
- Tú… - logré
articular cuando se encontró a mi lado.
- Ven conmigo, tenemos
que hablar y luego te llevaré a casa – dijo simplemente. El autobús había
llegado.
Miré como las puertas se abrían y al chofer dentro
esperando que subiera. Era mi oportunidad de volver a casa y finalmente saldría
de esta pesadilla. Mi corazón aún latía con fuerza, con miedo. ¿Podría
continuar sin saber lo que había ocurrido esta noche?, ¿Me encontraría
realmente a salvo?
Aiiiiiii noooooo. Quiero leer maaaaaaaaaas :'( espero el proximo ! Saludos.
ResponderEliminar@Hana Sakura ~
ResponderEliminarSalió el proximo!!!!!!!!!!!!, gracias por tu apoyo, estoy haciendo lo mejor que puedo y disfrutando escribirla tanto como tu :D
Saludos