jueves, diciembre 8

Untitle Capitulo 5 (Parte I): Sendero en el patio trasero


                                                    CAPITULO V                                                     
SENDERO EN EL PATIO TRASERO


Sé que sonaba entusiasmada en la noche, pero es una locura, ni siquiera creo que sea real, entonces ¿Cómo lograría cumplir mi promesa?

- Señorita Elena, ¿Se encuentra bien?

- ¿Hum?... a disculpe, sí me siento bien, ¿Necesita decirme algo? – respondí de forma algo atolondrada

- Le pregunté si quería un poco de leche en su café Srta. – aclaró el criado luego de acercar el jarrón de leche.

- No, gracias, así está bien – dije torpemente.

- Elena ¿Te sientes bien? – Preguntó Rossette desde el otro lado de la mesa – estas algo distraída desde la mañana ¿Te ocurrió algo? ¿Alguien te molestó de alguna forma?
  
- No, Rossette, de ninguna manera, creo que es el cambio de aire, es sólo eso – dejé los cubiertos sobre el plato para indicar que había terminado – Disculpa tía, me gustaría ir a visitar el enorme patio de fondo ¿Puedo retirarme?

- Claro, Elena, no hay problema, pero no olvides que hoy en la tarde vamos a inscribirte en el Instituto de Ravenholm.  

- ¿Instituto? – Recordé mis recién cumplidos 18 años.

- No te preocupes, es sólo el nombre, como sabes, todos aquí tienen profesores particulares hasta los 18 años y luego entran a lo que sería la ”universidad” pero como es su primera experiencia con gente le llaman “instituto” – dijo de una forma en que parecía algo de lo más normal.

- Ya veo, entonces me prepararé en la tarde para ello.

- Además recuerda que Eli quería presentarte a sus amigos esta noche en la fiesta que dará la familia Riddlelock.

- Sí, claro - ¿En qué momento me lo habrá dicho?, pensé – estaré aquí temprano no te preocupes – y luego de una pequeña reverencia me retiré por la puerta trasera.

Salí lo más rápido que pude, intentando a la vez no parecer desesperada y comencé a caminar por el patio simulando mirar las flores. 

- Te demoraste demasiado Elena, terminé de contar las flores hace horas – dijo Rose corriendo hacia mí.

- Lo lamento, no pude salir antes, ahora dime, ¿Hacia dónde hay que ir?

- Hacia allá – dijo señalando el límite de la propiedad de mi familia y donde comenzaba un tupido bosque de Alerces.

- ¿Segura? – Esperé su afirmación con la cabeza – Bien, entonces vamos. 

Partimos entonces a paso rápido, Rose me tomó de la mano y yo la apreté levemente.

- Elena – dijo de pronto - ¿Es verdad todo lo que dijiste anoche?

¿Anoche?, Oh, claro, con el alboroto de la mañana lo había olvidado. Ayer, luego de que mi llanto se hiciera más ligero y yo pudiera hablar, le prometí a esa pequeña niña tan parecida a mí que la ayudaría en lo que quisiera, a pesar de no saber si era una alucinación seguía viéndose como una indefensa y abandonada niña de 10 años, ella a su vez me habló de su madre, me dijo que se llamaba Rose al igual que ella y, aunque sí se sabía muerta, no recordaba bien desde cuándo.

- Claro que es cierto ¿Ya estamos aquí no? – Respondí dirigiéndole una sonrisa – y dime, ¿Desde cuándo sabes de mí? – Recordé cuando dijo que su madre la había mandado conmigo - ¿Tu mamá también murió?

- Sí, mi mamá murió no mucho antes que yo, el último recuerdo que tengo es uno en el que estoy con mi hermano, luego llegué hasta donde ti guiada por la luz de mi mamá, tú estabas muy triste en ese entonces, y llorabas mucho, además cuando intentaba acercarme solías decir las misma palabras que anoche y como me daba miedo, prefería irme. 

-¿Te…. Daba miedo? – “Los fantasmas no existen”, lo repetí tantas veces que ya no recuerdo cuando comencé a hacerlo.

- Sí, y esos hombres de bata blanca me daban más miedo aún, sobre todo cuando te acompañaba a esa sala fría y fea donde te decían que nada de lo que veías era real – su cara se fue tornando algo triste, como si fuera a ponerse a llorar – y yo intentaba gritarte “Elena, es mentira, ellos son unos mentirosos y se van a quedar sin cenar por eso”, pero tú ya no me veías. 

- Ya veo… - Qué bien recordaba todo eso, los médicos, exámenes  y las constantes sicoterapias – Pero ¿Por qué puedo verte ahora? – mi pregunta era más retórica, sin embargo ella me respondió

- Aún no lo sé, pero creo que es algo de este lugar, tiene algo muy extraño, mamá me dijo anoche que para encontrar la verdad debíamos venir a este aquí, pero no sé a qué se refería – su voz sonaba preocupada, y por un momento olvidé sus diez años y la vi cómo una mujer grande.

- Entonces lo único que nos queda es llegar a ese lugar – sentencié.

Caminamos largo rato por el sendero del bosque, luego de unas horas y por no haber tomado desayuno correctamente comencé a tener hambre.

- ¿Podemos parar a comer un poco?  - pregunté a Rose.

-¿Comer? – Frenó un poco a pensar lo que había dicho – Ah, claro Elena, debes comer.

- Es cierto, ¿Tú no comes?

- Elena ¿Aún no sabes algo tan sencillo de la gente muerta? – dijo algo malhumorada.

- Perdón, es que en realidad recuerdo muy pocas cosas de mi infancia, sólo algunos fragmentos – hubiera querido decir “los peores fragmentos”.

- Ya veo, los medicamentos bloquearon tus recuerdos, pero en realidad sí puedo comer, es sólo que no lo necesito porque no siento hambre y no me servirá de nada.

- Claro… - dije y procedí a mascar una de las manzanas que había traído antes de salir, me quede viendo sus ojos, tan oscuros como la misma noche, sin brillo alguno, pero tan, tan, profundos e hipnotizantes.

Continuamos caminando y ella siguió conversando, ahora estaba más parlanchina que antes y me entretenía con las historias de él y su hermano, que al parecer era muy unido a ella. 

- Elena, hace un rato te hice esa pregunta, porque desde que dijiste que me ayudarías a buscar a mi mamá estas muy rara, no dormiste en toda la noche y luego cuando te fueron a despertar le mentiste a esa señora y le dijiste que estabas bien a pesar de haber llorado además de que me pediste que saliera al patio hasta que tu llegaras – dijo Rose con preocupación.

- Ah… si, no te preocupes, no es necesario que ella sepa esas cosas sobre mí ¿Sabes?, es que la gente se asusta de las cosas extrañas y no quiero asustarlas a ellas, y a ti te saqué sólo por seguridad, puede ser peligroso que estés en la casa.

-Pero si nadie aparte de ti me ve Elena, tu sabes eso.

- De todas formas, no podría andar tranquila contigo a un lado ¿Entiendes? – aparte de lo incómodo que resultaría.

-Sí, te entiendo, es sólo que eres la única persona con la que puedo hablar porque con mamá ahora no es lo mismo, no puedo hablar con ella realmente, son sus señales las que sigo, pero contigo es diferente. 

Su cara volvió a tornarse lúgubre como antes, pero no duró mucho, pues de un momento a otro abrió los ojos como si hubiera visto al mismo demonio. Intenté ver en su misma dirección pero no vi nada, entonces pregunté:

- ¿Qué sucede Rose, qué viste? – Y seguí mirando hacia el lugar. 

- Elena, Elena, lo lamento, no puedo decirte ahora, pero me tengo que ir, en serio lo siento – Respondió Rose mientras me soltaba la mano y retrocedía unos pasos.

- Rose, tranquilízate ¿Qué te sucede? – Intenté seguirla, pero comenzó a correr en dirección opuesta y luego… desapareció - ¿Rose? ¡¿ROSE?!

Nada, se había ido. Me quedé parada esperando su regreso, seguí mirando de cuando en cuando la dirección de la que parecía provenir lo que la asustó pero no se veían más que árboles y luego de dejar pasar algunos minutos recordé mi compromiso con Rossette.

- No puedo esperar más… ella no va a volver.

Comencé a caminar de regreso a casa, me sentía triste al no saber lo que le había pasado, aún no tenía claro si era real o una alucinación, pero no por eso dejaba de preocuparme.

Miré nuevamente al cielo – si no me apuro anochecerá antes que llegue a casa – pensé. Apresuré el paso, la neblina se hacía más y más densa dificultando un poco mirar el camino, mi delgado abrigo ya no provocaba el efecto que debía y comencé a sentir frío, decidí entonces empezar a correr y así matar dos pájaros de un tiro.

- Qué frio, qué frío, qué frío… - me llevé las manos a la boca y empecé a soplarlas para darles algo de calor.

Paré un momento para descansar y tomar aire, odié mi costumbre de llevar ropa ligera aún cuando contaba con otra más abrigada… pero los chalecos grueso y enormes me sofocaban.

Retomé la carrera y divisé a lo lejos la salida, ya estaba cerca por lo que comencé a correr un poco más rápido. 

- Al fin…

No terminé la frase, la sombra de un hombre apoyado contra un árbol me detuvo. El sujeto estaba justamente en la salida del lugar y me acerqué sin dejar de trotar intentando ser natural y pasar de largo como si no lo hubiera visto.

- Como Elizabeth nos detuvo pensaste que te habías librado de mí ¿No es cierto?      

Reconocí la voz de inmediato, intenté continuar pero él comenzó a caminar y llegó a mi lado rápidamente, me voltee pero para mi mala suerte nos quedamos de frente.

- Disculpe, no quise molestarlo la otra noche – intenté decir rápidamente - con su permiso, necesito llegar a mi casa – Quise pasar, pero al igual que la última vez, me detuvo.

- ¡Disculpe, disculpe, disculpe! ¿Siempre te disculpas tanto Elena? – Respondió mientras tomaba mi cara con una de sus manos - Ya no eres una niña pequeña, sola y asustada que perdió a mami, ¿Cuándo te vas a dar cuenta que necesitas madurar?

Su forma de hablar tan burlona y su cinismo para decir las cosas lo hacían una persona irritante y poco confiable, pero a pesar de ser tan repulsivo debía admitir que… tenía razón.  Desde que había comenzado el tratamiento mi personalidad había cambiado mucho, no era ni la mitad de lo que fui cuando niña, las terapias lo único que lograron fue tornarme una persona insegura y ahora pagaba las consecuencias. 

- No sé de lo que habla- mentí – Pero en verdad necesito pasar Señor… - me detuve, ¿Cómo se llama este tipo? – Señor. – repuse al fin.

 Intenté no cruzar nuevamente las miradas, a pesar de mi respuesta, sus palabras me habían herido bastante y sólo pensaba en irme. Para hacer mi tarea más fácil comencé a observar un pequeño pajarito que cantaba sobre un árbol. Al notar esta actitud en mí, pude sentir como el sujeto se acercó más y más, giró para acomodarse por detrás de mí y luego de inclinarse levemente hacia adelante, acomodó su cabeza a un costado de la mía.

- ¿Qué es lo que ves tan detenidamente? – el tono en su voz volvía a cambiar, como si esta vez se tratara de alguien más amable que el anterior. 

Tragué saliva, sus constantes cambios de personalidad me hacían dudar aún más de él, intenté darme algo de valor a pesar de que su actitud me acobardaba un poco, sobre todo porque no podía confiar en él para nada. 

- No veo nada en especial, solo observaba… el paisaje – dije mientras miraba al piso.

- Oh…Entonces no tiene relación con mi idea de que no quieres verme a la cara ¿Cierto? 

Me quedé mirándolo y me sonrió con malicia, incluso un gesto tan servicial como una sonrisa él podía transformarlo en algo perturbador.  Seguí observando, hasta ahora no había podido verlo claramente pero teniéndolo tan cerca pude darme cuenta de muchas cosas que no había percibido, por ejemplo, era mucho más joven de lo que creí, no era para nada un señor mayor, a pesar de la ropa formal que llevaba no debía tener más de 20 años, las facciones de su rostro eran extremadamente varoniles, estilizadas con la delgadez de su cuerpo, su boca armonizaba completamente con la cara y sus ojos… sus ojos…

- Me estas mirando como acosadora Elena, si necesitas verme, dime y me acerco todo lo que necesites – me dijo volviendo a usar sus toquecitos de sarcasmo.

Este poco cortés comentario me hizo bajar de nuevo a tierra y recordar el motivo por el que me iba en primer lugar, debía llegar rápido a casa  y no podía seguir retrasándome con tanta palabrería. 

- Qué grosero, ¿Eres así con todo el mundo?, lo único que quiero es que dejes de acecharme porque no te conozco y tampoco quiero hacerlo, ya me disculpé por lo de ayer y si te molesta que sea cortés contigo entonces lo dejaré de hacer así que puedes largarte ahora por donde llegaste – y luego de decirlo me eché a andar nuevamente con toda la seguridad que había perdido unos minutos atrás.

Para mi sorpresa no me siguió, se quedó parado observándome con las manos en los bolsillos, sólo cuando ya estuve a una distancia de él me gritó:

- ¡No me molesta!

-¿Qué? 

- No me molestan tus disculpas y tu cortesía Elena – luego poniendo una expresión un poco más seria agregó – Y no pienso largarme a ningún sitio.

Después de eso dio media vuelta y se acercó lentamente hacia el camino del que yo a la vez me iba alejando. 

5 comentarios:

  1. Esta excelente. Todavía sigo intrigada por quien es esta niña y sobre todo el joven este.

    Saludos :)

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  2. Wow, ese joven me llama la atención... Esperaré el siguiente capítulo^^

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  3. Estás llevando muy bien la historia, generas interés.
    Un beso

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  4. Me encanta tu historia! :) esperaré con ansias el próximo capítulo :J q tengas un lindo dia! besos y sonrisas! :Y

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  5. ¿Quien es ese chico?? :? ¡Que intriga, seguiré leyendo!:)

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Gracias! *.*, justo ahora haz usado tu tiempo en hacer feliz a una persona :D